Stand by me, I´m not alone... not alone not alone not alone not alone


domingo, 13 de noviembre de 2011

Ojos de arena

Allí estaba con sus ojos amarillos, del color de la arena y de la miel, pero una miel dejada tostar al sol de cualquier día de primavera en la montaña, entre amapolas y susurros de ramas bailantes.
Cada vez que aparecía clavaba su intensidad en ella, que no podía despegar su vista de él.
Siempre era como si se hubiesen dicho algo alguna vez o como si tuviesen mucho que decirse, o simplemente el pensamiento, el recuerdo por intentar adivinar cuándo fue la última vez. Quizás siempre lo fuera, el tiempo y su coincidencia, su casualidad de la mano del azar terminaba, de alguna manera, por mucho tiempo que pasase, provocando reacciones instantáneas, poniendo en funcionamiento la maquinaria de la química que fluía y casi explotaba con sólo una mirada.
Después venían las sonrisas. Como si del efecto de un imán se tratase ellas se cruzaban esquivando a la gente, se acercaban a pocos centímetros o se saludaban clandestinamente en la distancia.
Y por fin hablar, sin dejar nada por decir y con la sensación de aún tener miles de cosas por descubrir el uno del otro.
Y al fin algo, quizás dado por perdido, quizás ni siquiera nunca antes intentado. De lo humano, de lo que no atiende a razones, sólo a la pasión. Y el calor, y el cariño, y el abrazo. Descubrirse a gusto.
Y entre farolas y árboles, con la oscuridad de la nueva noche y su piel canela lucieron de nuevo aquellos preciosos ojos amarillos y salió de su boca un silencioso quizás muy pronto envuelto de la veracidad de un me marcho para siempre. Ella cerró los oidos del corazón y prefirió observar y estar atenta a una nueva visita de la casualidad.

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