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jueves, 14 de julio de 2011

Sobre la deshumanización de lo humano

Un día nació el ser humano con una serie de posibilidades, cualidades y características. Como cualquier otro ser de la Tierra, llegó a este planeta, porque en él se daban las condiciones justas y necesarias para el desarrollo de su vida. Tenía oxígeno que respirar, agua para beber y miles de minerales, nutrientes y aportes que la naturaleza a través de sus productos y recursos ponía al alcance de su mano y que le permitían la vida.
El ser humano además, como la mayoría de los animales, necesitaba un lugar donde cobijarse del frio en el invierno, de la nieve, de la lluvia o del viento. Así aparecieron las primeras cuevas que fueron evolucionando, gracias a la inteligencia y capacidades de este ser sin igual en el planeta y se convirtieron en las casas donde hoy habita.
Vemos, pues que el ser humano es un animal con unas necesidades mínimas y básicas para el desarrollo y la posibilidad de su existencia. Y que son: respirar, comer, beber, cobijarse.
Pues bien, un día un señor muy listo y un grupo de señores amigotes suyos decidieron crear algo tan ingenioso como dañino, el dinero.
Estos señores decidieron que el hombre iba a tener que pagar estas necesidades básicas (no olvidemos que la naturaleza se las cede de manera gratuita). Si quería comer, no le bastaría con ir a la huerta y alimentarse de lo que allí creciera, tendría que pagar dinero por ello. Lo mismo ocurriría con el agua y con el cobijo. Nada sería gratis.
El hombre ya no merecía la vida simplemente por estar en ella. Sólo merecería vivir si trabajaba para conseguir dinero con el que alimentarse, con el que tener un lugar donde dormir, con el que sobrevivir.
Este trabajo le robaría su tiempo, su vida, el hombre entraría rápidamente en la ironía más grande jamás inventada, viviría para trabajar y no al contrario. El trabajo asalariado le robaría su tiempo, todo el tiempo que, en un principio estaba pensado sólo para vivir. Además le robaría la posibilidad de dedicar su vida a estudiar, a aprender de las millones de cosas que hay por aprender y a trabajar sólo en aquello que le reportase beneficios para su supervivencia y para su persona. Por ejemplo el trabajo físico al cuidado de una huerta, de unos animales que le permitiesen comer. Y que además desentumeciese sus músculos y oxigenase con ese esfuerzo físico también su cerebro para pensar con claridad y salud. Por ejemplo también le robarían el tiempo libre para dedicar al estudio, a las pasiones, a las aficiones.
La frase “el trabajo dignifica al hombre” la debió inventar uno de esos señores. Sólo eres digno de vivir si trabajas para ello, si trabajas de sol a sol para comer, y vivir vivirás si es que te queda algo de tiempo para ello.
Yo prefiero afirmar que “La vida en libertad dignifica al hombre” sólo el derecho a vivir que el hombre tiene desde que nace le dignifica. Sólo la libertad de elegir cómo vivir y cómo sobrevivir dignifica al hombre. Sólo la posibilidad de realizarse como persona le dignifica. El hombre solo es hombre en libertad.
Todos tenemos derecho a comer, a beber y a dormir debajo de un techo que nos resguarde. Todos tenemos derecho a conseguir nuestros alimentos de la tierra de manera directa, a construir nuestras casas mediante nuestros medios y no pagando con dinero durante el resto de nuestras vidas a un banco. Si hay casas vacías y gente sin casa, tienen derecho a ocuparlas. Si todo esto te parece una locura es que hace tiempo que perdiste el sentido de las cosas, o tal vez te cuesta demasiado pensar en ello, porque la verdad a veces da miedo.
Locura es que unos señores controlen tu vida y te impongan cómo vivirla, locura es que tú lo aceptes, agaches la cabeza y llames utópico, soñador o iluso a gente que, seguramente sea mil veces más valiente que tú y que luchan por ser los únicos que lleven las riendas de su vida y por poder disfrutar los años que tengan que estar aquí de la vida tal y como desean vivirla. Allá tú con tu cordura, irá de la mano de tu miseria.

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