Stand by me, I´m not alone... not alone not alone not alone not alone


viernes, 15 de julio de 2011

Tal vez mañana

La calmada hora de la siesta cae sobre la plaza. El calor del verano aprieta a los que buscan cobijo bajo techo y cuatro paredes, los afortunados al rumrum de un ventilador o del aire acondicionado, los que no, humedecen sus sueños en fatigados mares de calor.
La fuente le canta a la plaza que la vida sigue ahí, aunque parezca paralizada por la tarde. El silencio de algún transeúnte cabizbajo y aletargado se mezcla con tus andares cuando, como perdido, irrumpes en ella.
Guitarra al hombro andas a paso firme parece que sigues un rumbo fijo. Los negros rizos caen hasta tu hombro bailando la danza de tu cuerpo que le lleva la contraria a este bochorno que todo lo ralentiza, que deja al mundo suspendido en un quizás después o en un tal vez mañana.
Sonríes y observas la realidad que te rodea, el paisaje que te acompaña en tu paseo hasta acaso un hogar, un parque, un poco de sombra, tal vez sólo hasta la boca de metro más próxima.
Te he escuchado cantar allí abajo, dando luz y ritmo a las penumbras de los túneles, como lo hacías en la pradera de aquella universidad en la que bien pronto dejaste de sentirte a gusto, donde hablabas sin parar de ese grande del flamenco que te hacia soñar despierto.
Hoy despiertas de esos sueños de metro y medio a más de uno, con tu sonrisa picarona y esas simpáticas pecas de tu cara. “Una monedita por la buena música” y tus ojos siempre recaen y dudan de mí. Nos hemos cruzado varias veces, en un metro, en la tarde de esta plaza, me miras y no aciertas, no sabes quién soy, yo sí te reconozco a ti.
Un día estuviste seguro de lo que no querías y seguiste la senda de lo que sí. En ella estás ahora, lejos o cerca, pero en ella. Quizá te pare la próxima vez y te recuerde uno de los escalones por los que pasaste ayer y el porqué de tus dudas cuando me ves. O a lo mejor no lo haga y deje continuar a esa casualidad mágica, a esa incógnita que me encanta ocultar en la mirada, mientras tu música me lanza a un baile por dentro.
El calor que asfixia se mezcla con el frescor de la ropa limpia por la ventana, entre niños y gitanas con flores te dejas marchar. Debería decirte algo, quizás después, tal vez mañana.

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